Cementerios de la primera guerra mundial
El cementerio de la primera guerra mundial
El 21 de agosto de 1914 el británico John Parr fue el primer soldado británico en morir en la Primera Guerra Mundial. Cuatro años más tarde, el 11 de noviembre de 1918, George Ellison fue el último. Ahora ambos descansan en el mismo pequeño cementerio belga de Saint- Symphorien.
Passendale, Flandes Occidental, Bélgica
Con casi 12.000 tumbas, el de Tyne Cot es el mayor cementerio de soldados de la Commonwealth que hay en el mundo
Verdún, Lorena, Francia
Todo lo que queda del puesto defensivo de Thiaumont es una cúpula de observación de acero de siete toneladas de peso, hoy abandonada y hecha pedazos. Este enclave estratégico sufrió la dura ofensiva alemana de Verdún, la batalla más larga de la Primera Guerra Mundial, que se saldó con un balance de más de un cuarto de millón de muertos.
Somme, Hauts-de-France, Francia
En Beaumont-Hamel, la escarcha cubre las trincheras abiertas durante la sangrienta batalla del Somme, librada entre julio y noviembre de 1916. Este «paisaje de combate» es uno de los mejor conservados del Frente Occidental y hoy forma parte del Newfoundland Memorial Park, creado en homenaje a los soldados procedentes de Terranova que aquí perdieron la vida.
Le linge, Alsacia, Francia
Los violentos combates que se sucedieron en esta zona del frente provocaron cerca de 17.000 víctimas: 10.000 franceses y 7.000 alemanes. El lugar alberga hoy dos cementerios distintos, el francés de Wettstein y el germano de Baerenstall.
Bayernwald, Flandes Occidental, Bélgica
Para detener el avance de los británicos, los alemanes construyeron en Bayernwald, cerca de la población belga de Ypres, esta red de trincheras con cinco búnkeres, dos túneles y pozos. Buena parte de la Gran Guerra se libró en trincheras como esta, en las que los ejércitos combatían parapetados tras las líneas de fortificación cavadas en el suelo. Una lucha encarnizada por ganar terreno con escasa efectividad y un número elevadísimo de bajas.
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